«¿un poema? ¿qué es un poema?»

En «Un poema para curar a los peces«(1) la pregunta de Adrián, el personaje de esta historia, encuentra -como muchas preguntas que formulan los niños- tantas respuestas como adultos dispuestos a responder.

Jean-Pierre Simèon ofrece, con sutil maestría, respuestas que descubren la posibilidad de entrar al estado poético, en diálogos con la panadera o el bicicletero, con el vecino migrante o con los abuelos, todos deseosos de demorarse, en recepción amorosa, ante ese niño preocupado por su mascota.

El autor, también, abre la puerta a la construcción de lo fantástico en lo cotidiano en diálogos verosímiles con fideos y utensilios de limpieza, con el canario y con su pececito, ¡llamado León! Esta mixtura en la búsqueda, pone en escena el modo en que las chicas y los chicos buscan respuestas a tanto que los inquieta. Aquí: salvar al pez y explicarse el mundo, el mundo simbólico que ofrece el discurso poético.

Las ilustraciones de Olivier Tallec sostienen el relato, condimentando con humor las guardas y la ilustración de la página de créditos(2). Detenerse en esos guiños es una forma de ampliar el universo estético de los lectores y de proporcionar pistas para aprender a leer deteniendo la mirada .

(1) Simèon, J. y Taller, O (2006). Un poema para curar a los peces. Madrid: Kókinos.

(segundo fotograma) en la que aparece la advertencia «esto no es un pez para curar poemas«

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