El cuento de hoy es así: entre comillas y en mayúsculas. Es la deliciosa historia de un Topito que, en la edición del Centro Editor de América Latina(1), tuvo nombre y en la que circula, con traducción española, lo ha perdido ¿Será que lo que le pasó a este topo no tiene nombre?
Los chicos adoran lo innombrable. Recordemos que -hasta que pueden empezar a nombrar- pasaron largos días sólo escuchándonos, fascinándose, aterrándose, serenándose con las sonoridades de la lengua materna!!(2)
En algunos ámbitos sociales «caca», «pedo», «culito» y ¡tantas otras! son palabras impronunciables. Pero son las que usamos cuando cambiamos y acunamos a nuestros bebés, cuando les hacemos cosquillas y resoplamos en sus pancitas ¡son palabras de ternura y de picardía!
Werner Holzwarth (3) y Wolf Erlbruch (a quien ya hemos leído por aquí) conjugan en esta deliciosa obra el humor escatológico con una estructura narrativa magnífica para los más pequeños. El relato está construido sobre diálogos que funcionan como retahíla: se suceden repitiéndose a sí mismos. Y en esa repetición, además de la anticipación, se juega la experiencia «segurizante» de saber cómo sigue. Sin embargo y, simultánemente, se produce la disrupción cuando cada animal rompe el orden precedente desde su singularidad. Sin ánimo de forzar la lectura, diría que es una metáfora de lo que vamos viviendo cada día, en estos días.
¡Basta de cháchara! ¡¡A las cosas!! diría Don José (4)
(1) Holzwarth, W. y Erlbruch, W. (1991) Del Topito Birolo y de todo lo que pudo haberle caído en la cabeza. Buenos Aires: Centro Editor de América Latina.
(2) recomendación recomendabilísima: El idioma materno de Fabio Morábito de SextoPiso
(3) puede explorarse su obra en su blog (aquí) y si bien la página está en alemán los buscadores ofrecen traducción automática y ¡las ilustraciones no requieren traducción!!
(4) para quienes nos leen en otras latitudes: José Ortega y Gasset en una conferencia hace más de 80 años nos increpó con un «Argentinos, a las cosas«, invitándonos a salirnos de nuestros narcicismos y presunciones y ponernos manos a la obra en un país que por entonces, como ahora el mundo todo, atravesaba momentos críticos.