El equipo del Jardín 416 dedicó tiempos de calidad, en estas semanas tan inciertas para todos los docentes de la Provincia, a leer y reflexionar colectivamente sobre posibles espacios de lectura literaria que enriquezcan los mundos simbólicos de los niños y niñas del Nivel Inicial.
A la hora de seleccionar libros de calidad, ofrecer inicios atrapantes y finales muy diversos se constituyen en criterios imprescindibles: finales abiertos, finales inesperados, historias circulares, no siempre finales felices. Recorrimos algunos textos que, a modo de ejemplo, nos permitieron reflexionar acerca del valor de la variedad de propuestas.

Y dedicamos mucho tiempo a leer imágenes, demorándonos no sólo en lo que cuentan sino en el «discurso» visual, es decir, en cómo está dicho lo que desea decirse gráficamente.
Consideramos las técnicas de ilustración: pintura (con pincel, con tintas y con acuarelas), dibujos (con lápices, con crayones, con rotring), collages, fotografías. También tuvimos en cuenta el modo en que los elementos materiales del libro: el formato (con la abundancia de ediciones experimentales y la exploración de tamaños), la página o el fondo de página añaden significaciones nuevas al texto amplificando semánticamente los relatos.
Analizar, con los aportes teórico de Teresa Colomer, Fanuel Hanan Díaz y Cecilia Bajour las relaciones entre textos e imágenes en esos juegos de complementariedad, contradicción, paralelismos o análisis/síntesis del contenido, agregó un nuevo parámetro a la tarea de definir el canon áulico.


Y, por supuesto, nos demoramos en repensar críticamente esas afirmaciones que circulan entre mediadores respecto a la «competencia lectora» que, con tanta frecuencia, minizan las posibilidades de los más pequeños del sistema escolar en desmedro de intereses y capacidades.
La reflexión -a partir de registros de experiencias con nenes y nenas del nivel inicial que conversan literariamente y recomiendan obras, que tienen información gramatical acerca del sistema de escritura y conocen pinturas por su nombre y el de sus autores- fue una provocación a la propia experiencia como mediadoras.
Ahora viene el tiempo de diseñar posibles intervenciones. El tiempo de permitirse explorar otras oportunidades para los grupos del Jardín:
¿Habrá quien promueva «conversaciones literarias» o quien proponga «recomendar obras»? ¿Alguien habilitará el estudio de la obra de un autor o autora? ¿Algunas organizarán «sesiones simultáneas de lectura»‘?
¡Será bello experimentar espacios estéticos intensos e interesantes! ¡Es valioso ofrecer oportunidades que ensanchen la «frontera indómita» a los nuevos en el mundo y, en los tiempos difíciles, ese ensanchamiento es imprescindible!